Usted conoce el “evangelio de prosperidad”, el evangelio de “póngale nombre y proclámelo”; y el evangelio con carga política.
Esta clase de mensajes son predicados a diario en no menos de 90 por ciento de los canales de televisión cristiana. Pero, ¿dónde quedó aquel evangelio del que el apóstol Pablo no se avergonzaba?
La mayoría de los cristianos no entienden lo que es el verdadero evangelio de Jesús. En nuestra iglesia, los pastores olvidan predicar sobre el temor a Dios y el castigo eterno. En muchas congregaciones se ha llegado a creer que todos serán salvos y nadie se perderá. Por otra parte, muchos cristianos también carecen de la seguridad de su propia salvación y se enfocan en la santificación como su único boleto al cielo.
Estas falsas nociones sobre lo que la Biblia enseña, privan al evangelio sus atributos. Ignoran lo que históricamente fue presentado por Jesús, completado por el apóstol Pablo y articulado por los reformadores del siglo XVI. El evangelio ha sido puesto a un lado, y la evidencia de ello la tenemos en la manera en que las iglesias están engañando e incluso maltratando a la gente.
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