Por: Max Lucado – Tomado del libro: Esperanza inquebrantable
Era un día soleado de julio. Incluso en 1861, Washington, D. C. estaba abarrotado y ocupado. Por lo que un viaje al campo sería agradable. La idea de los excursionistas no nos sorprende. La gente no fue la primera ni la última en empacar una comida y salir de excursión dominical vespertina. No, no fueron las canastas de picnic las que le dieron notoriedad a ese grupo. El asunto era dónde iban a desempacarlas.
Iban a un campo de batalla. La multitud montó a caballo y en carruajes hasta Manassas para presenciar cómo ponían fin, los soldados de la Unión, a lo que consideraban una rebelión breve. Su intención era sentarse sobre las mantas, comer pollo y animarlos a la distancia.
Un soldado los describió como una “multitud de espectadores”.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que la realidad se precipitara. El sonido de los disparos, el derramamiento de sangre y los gritos de los soldados heridos. Pronto, las personas se dieron cuenta de que aquello no era un picnic. Los padres agarraron a los hijos y los maridos llamaron a sus esposas. Se montaron en sus carruajes y en sus caballos. Algunos quedaron atrapados en una estampida de tropas de la Unión en retirada. Un espectador, un congresista de Nueva York, se acercó demasiado al combate y fue capturado por soldados confederados. Pasó seis meses en una prisión de Richmond.
Esa fue la última vez que los espectadores llevaron una canasta de picnic a un campo de batalla.
¿O acaso hubo alguna otra ocasión?
¿Será que nosotros cometemos el mismo error? ¿Será que estamos bajo la misma suposición falsa? ¿Es posible que hagamos hoy lo que hicieron entonces los washingtonianos? De acuerdo a la Biblia, hay una guerra en pleno apogeo.
Efesios 6 lo expresa de esta manera:
Nuestra lucha no es contra __________________________, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse _____________________ para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el _________________, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el ____________ de la paz. Además de todo esto, tomen el ___________ de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno (Efesios 6:12-16).
Estamos en una batalla, por lo que debemos tomarla en serio. Una batalla no de la carne ni de sangre, sino del espíritu. Más real que cualquier cosa que vemos en lo natural. Así que no entres en esta batalla con una canasta de picnic. No creas que puedes luchar contra el enemigo tú solo. Presta atención a las palabras de las Escrituras y ponte la armadura completa de Dios para que estés preparado para la lucha y puedas mantenerte firme en el campo de guerra.
Pablo imagina a un soldado romano preparándose para la batalla. El soldado de infantería sabe que es mejor no pasearse por el campo de batalla vistiendo nada más que una túnica y unas sandalias. Él se encarga de prepararse bien. Cinturón. Armadura. Escudo. Espada. Lleva todas las armas al conflicto. Todas son importantes. Todas son necesarias. Si llevas el cinturón, pero no el casco, perderás la cabeza. Si llevas la espada, pero te olvidas del escudo, serás vulnerable a una flecha. Si llevas los zapatos, pero te olvidas de la espada, entonces más te vale correr. El soldado debe equiparse adecuadamente y estar preparado.
¡Eso es lo que debemos hacer nosotros también! ¡Así debemos hacerlo! ¿Osamos pasear en el día sin protección? ¿Nos atrevemos a vagar en territorio enemigo sin arma? No, si queremos mantenernos firmes. Cada batalla, en última instancia, es una lucha espiritual. Nuestro enemigo no es pasivo ni justo. Él está activo y engañando. Tiene estratagemas y estrategias.
En consecuencia, también necesitamos una estrategia. 2 Corintios 10:3-4 habla de esta batalla espiritual en la que estamos.
¿Cómo no vamos a luchar? ______________________________________________________________________________________________________
¿Cuál es el propósito de nuestras armas? ____________________________________________________________________________________________________
¿Quién es nuestro enemigo? El que se volvió contra Dios, engañó a Adán y a Eva, y que hoy amenaza nuestros corazones. El que viene a robar, matar y destruir. Satán.
Pero anímate. Tenemos una promesa a la que podemos aferrarnos en medio de la batalla.
La promesa de Dios
Te he dado poder sobre el enemigo.
Mi promesa
Reconoceré a Satanás pero adoraré a Dios.
Pasé uno de mis veranos en la escuela secundaria como obrero en el campo petrolero del oeste de Texas colocando oleoductos. Una gran máquina excavadora de zanjas iba al frente cavando una zanja de unos dos metros de profundidad. Seguíamos detrás, quitando el exceso de tierra y las rocas.
En algún momento, la excavadora hacía más que abrir zanjas; por ejemplo, una vez irrumpió en el nido de una serpiente de cascabel. Alguien la vio en el hoyo y gritó. Estoy seguro de que nunca has visto a unos tipos salir de un agujero más rápido. Uno de los trabajadores lanzó su pala como una jabalina y decapitó a la serpiente. Nos paramos en el terreno más alto y vimos cómo la culebra que, ahora sin cabeza, se retorcía y revolcaba abajo en la tierra del hueco.
Ahora bien, sé lo que estás pensando. “Gracias por esa inspiradora imagen, Max. Es lo que necesitaba para darle alguna esperanza a mi día”.
De acuerdo, la imagen no es inspiradora, aunque es esperanzadora. Esos pocos momentos en el verano del oeste de Texas son una parábola del punto en el que estamos en la vida.
Permite que la serpiente represente al diablo. No es algo difícil. Juan llama a Satanás… aquella serpiente antigua que es el diablo… (Apocalipsis 20:2).
Deja que la espada de la pala represente la cruz de Jesús. Pablo nos da las buenas noticias. Solo que no dice que la serpiente está decapitada, sino que está desarmada.
Según Colosenses 2:15, ¿a quién desarmó Dios? _____________________________________________________________________
¿Cómo hizo eso? _______________________________________________________________________________________________
Lo que el trabajador le hizo a la serpiente, nuestro gran Dios se lo hizo al diablo. Para él no había forma de escabullirse en las sombras. No había manera de despedirlo en silencio. No, Jesús avergonzó públicamente al atormentador de nuestros corazones. La versión Biblia El Mensaje, incluso, dice:
Él despojó a todos los tiranos espirituales en el universo de su falsa autoridad en la cruz, haciéndolos marchar desnudos por las calles (Colosenses 2:15 BEM).
No importa cómo traduzcas el versículo, el mensaje es el mismo: el diablo es un enemigo derrotado.
La Biblia se remonta a las actividades de Satanás hasta la rebelión que ocurrió en algún momento entre la creación del universo y la aparición de la serpiente en el jardín. Génesis 1:31 dice:
Dios _______________ todo lo que había hecho, y consideró que era _______________ ________________.
Al principio, todo estaba bien. Cada gota de agua, cada árbol, cada animal y, por extensión, cada ángel. Sin embargo, en algún momento entre los acontecimientos descritos en Génesis 1 y 3, un ángel dio un golpe contra Dios y fue arrojado del cielo. El profeta Ezequiel describe la caída.
Él escribió: Así dice el Señor omnipotente: “Eras un modelo de perfección, lleno de sabiduría y de hermosura perfecta. Estabas en Edén, en el jardín de Dios, adornado con toda clase de piedras preciosas: rubí, crisólito, jade, topacio, cornalina, jaspe, zafiro, granate y esmeralda. Tus joyas y encajes estaban cubiertos de oro, y especialmente preparados para ti desde el día en que fuiste creado. Fuiste elegido querubín protector, porque yo así lo dispuse. Estabas en el santo monte de Dios, y caminabas sobre piedras de fuego. Desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable, hasta que la maldad halló cabida en ti” (Ezequiel 28:12-15).
Este ser estaba en el Edén, fue ungido [elegido] como ángel guardián [querubín protector], habitó en el monte santo de Dios y fue irreprensible desde el día en que fue creado hasta el día en que apareció la maldad. ¿Quién puede ser ese sino Satanás? Esta profecía es nada menos que una descripción de la caída del diablo. El corazón de Lucifer se enorgulleció. No se contentó con adorar; tenía que ser adorado. No se complació con inclinarse ante el trono de Dios; tenía que sentarse en él. Con razón la Biblia dice que el orgullo es el pecado que Dios más odia. No es extraño entonces que Pablo instara a Timoteo a que no se apresurara a promover a un nuevo converso “no sea que se envanezca y caiga bajo el mismo juicio que el diablo”.
Satanás sucumbió al orgullo y, como resultado, fue expulsado del cielo.
Sin embargo, aunque fue arrojado del cielo, no está fuera de nuestras vidas. Él está muy vivo hoy y al acecho. 1 Pedro 5:8 dice:
Practiquen el ___________ y manténganse _______________. Su __________________ ronda como león rugiente, buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8).
El diablo solo viene a robar, matar y destruir. ¿Has conseguido la felicidad? Satanás quiere robártela. ¿Descubriste la alegría? Intentará aniquilarla. ¿Amas a tu cónyuge? Nada le gustaría más a Satanás que destruir tu matrimonio. Él es el enemigo de tu destino y anhela ser el destructor de tu alma.
Así que ponte toda la armadura de Dios con el cinto de la verdad ceñido alrededor de tu cintura y la protección de una vida recta en tu pecho. Lleva en tus pies la buena nueva de la paz para que puedas mantenerte firme. Y también usa el escudo de la fe con el que puedes detener todas las flechas ardientes del Maligno. No te dejes atrapar desprevenido ni dormido durante la guardia.
Aprende a reconocer su hedor. Ya que viene a robar, matar y destruir, dondequiera que veas atracos, muerte y destrucción, vuélvete a Dios en oración. Su nombre significa “divisor”, así que donde sea que veas divorcio, rechazo y aislamiento, ya conoces al culpable. Dirígete de inmediato a las Escrituras. Afírmate en las promesas de Dios con respecto a Satanás.
Mi amigo Carter Conlon ha ministrado en la ciudad de Nueva York durante más de dos décadas. Sin embargo, pasó muchos de sus primeros años en una granja. Él recuerda una escena en un corral que ilustra la condición de Satanás. En el granero había un montón de gatos. La mamá de los gatos acorralaba a un ratón en el campo, lo hostigaba y lo molestaba hasta que el roedor se agotaba. Luego se llevaba a los gatitos para enseñarles cómo atraparlo y matarlo. Carter recuerda cómo se levantaba sobre las patas traseras y se preparaba para pelear, el ratón, al ver a los mininos. El roedor enseñaba sus diminutos dientes amarillentos y extendía sus pequeñas garras. Luego intentaba gruñir y sisear. Su única esperanza era convencer a los gatitos de que él era algo distinto a lo que era: un ratón derrotado, debilucho y superado en número. Si no lograba convencerlos, ya había perdido. Los gatitos ni siquiera tenían que pelear para alzarse con la victoria.
Jesús ya ha vencido también a la rata del cielo. De modo que mantente alerta ante el diablo, pero no te dejes intimidar por él. No te dejes sacudir. Tu esperanza está en el Dios que ya lo derrotó. Solo tienes que mantenerte firme. No temas, poderoso guerrero; el Señor está de tu lado. Cree en esta poderosa promesa de Dios:
Muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes (Romanos 16:20).
Y aprópiate de esta promesa:
Reconoceré a Satanás pero adoraré a Dios.
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